Estoy otra vez en Jordania, aprovechando el viaje organizado por Savitur. Hace siete años que no la había pisado y me ha sorprendido el gran desarrollo que está experimentando. ¿Y por qué?
Su desierto Wadi Serján que ocupa casi la totalidad del país, alberga en sus entrañas una reserva de agua tan tremenda que se calcula durará siglos. 300 kilómetros de acueducto en construcción atestiguan que el proyecto es una realidad. Ingenieros y empresa turca se encargan del mismo y su principal carretera la que cruza de Amman a Aqaba está llena de tuberías enormes esperando a ser ensambladas y enterradas.
“Si hay agua, hay vida” y parece que los jordanos han comprendido que aún mejor que el agua es tener Paz. Es un pueblo amable que huye de problemas internos y externos, su monarquía es querida porque Hussein y el actual monarca supieron sacar a los beduinos del nomadismo, construyendo pueblos con acceso al agua e instruyéndolos en el cultivo del desierto que es fertilísimo si se aplican las tecnologías adecuadas. Otro de los logros de la monarquía Hachemita ha sido darle un impulso a la universidad e integrar a la mujer en la misma, al igual que en España, ya superan las mujeres a los hombres en graduados.
Se respira un aire optimista, Amman, una ciudad que el siglo pasado no pasaría de aldea, experimenta un boom urbanístico de chalets y rascacielos de lujo gracias irónicamente a los refugiados de sus países cercanos. Los más ricos de Irak y Siria junto a sus “capitales” se alojan en la ciudad. He visto casas increíbles en el Amman Oeste. Los hoteles están a rebosar de libios que acuden pagados por su nuevo gobierno a acompañar a sus familiares heridos en la revuelta contra Gadafi. El estado le paga el hospital (los tienen muy buenos) y la estancia en hoteles de 5***** a la familia.
Al sur, en Aqaba han establecido una zona franca donde no se pregunta de dónde viene el dinero y el resultado ha sido una inversión vasta de dinero negro o negrísimo de todo el planeta. Terrenos que valían una miseria hace años hoy solo están al alcance de unos pocos. Además, como Jordania tenía una franja costera pequeña, ha permutado con Arabia Saudita 50 km de costa por otro terreno similar en su desierto.
Pero volvamos al desierto de Wadi Serján. La riqueza de Jordania está allí porque además de agua, contiene la hermosa ciudad de Petra en Wadi Musa que junto con el bellísimo Wadi Rum son las Joyas de la corona turística. Cada año los hoteles mejoran y sus profesionales han ganado muchísimos enteros desde mi última visita: en formación, educación, etc. Escribo esta crónica desde el hotel Movenpick del Mar Muerto y es una gozada alojarse aquí.
Wadi Serján, oculta en su interior minas de cobre y hierro metales que están adquiriendo unos precios astronómicos y es inexplicable que a estas alturas todavía no se exploten. Parece que están cerrando contratos con diferentes multinacionales. El fosfato si se explota en cantidades nada despreciables y hablan de extraer petróleo y electricidad del basalto con unas nuevas técnicas. Ojalá que esos hombres y mujeres que están ahora estudiando en sus universidades, sepan dar forma a un futuro que si elementos externos no lo desestabilizan pueden hacer de este pequeño pero entrañable país uno de los más prósperos y gracias a UN DESIERTO.