Lo que me gusta de Marruecos

Acabo de llegar de nuestro vecino del sur. Tan cerca y tan lejos de nosotros, vengo encantado de haberlo visitado y como se acerca el verano y el trabajo aprieta este artículo estará basado en fotos y un pequeño y ameno texto explicándolo. Pronto volveremos a organizar un grupo. ¿te vienes?

Los mayores.

Cuando paseas por sus calles compruebas con ternura cómo miman las familias a sus mayores. Sentados en la calle, al solecito, perfectamente acicalados pareciera cuestión de orgullo, presumir de ellos.

Mayor en banco

Mayores

Mayor con sombrero

El sonido de los Pájaros.

Al despertar en Marruecos lo haces acompañado del trinar de cientos de pájaros y por todos lados crotorean las cigüeñas.

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Los colores.

Su repostería, sus babuchas, sus encurtidos, su ropa, sus palmerales y hasta sus desiertos son coloridos.

Dulces de Mazapán

Encurtidos

Dátiles

Tintes

Los oficios y el reciclaje.

Uno piensa a estas alturas que todo se fabrica en China y llegas a Marrakesh, ves lo que son capaces de hacer fundiendo unas latas de conservas de la basura y te pasmas. Esa habilidad para todo la manual se echa a faltar en España, donde lo que no funciona se tira.

Forja

Latero

Candados

Herrerias

Los vespinos, la tracción animal y la laxitud del tiempo.

Ver cómo resuelven los problemas de tráfico dentro del bazar, las señales, los burros, las motos, los peatones es divertidísimo.

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Sus paisajes.

Me pasa como cuando voy a Perú: sorprendente la cantidad de ecosistemas en un mismo país: desiertos de dunas de arena, pedregosos, sistemas montañosos como el Alto y Mediano Atlas que te trasportan a Suiza, bosques de cedros que serían la envidia del Líbano, y vastas extensiones de terrenos cultivables. Un placer para la vista.

La Tierra

Atlas

Casas de Adobe

Sus gentes.

En especial al sur del Atlas, mujeres que recolectan rosas y cuando te acercas interesado por su oficio te regalan todas las flores que llevan cosechadas en el día… los beduinos que te trasportan en camellos por las dunas completamente descalzos y sonriendo a cada instante. Por caerme bien, me caen bien hasta los viejos desdentados que pellizcan los traseros de incautas occidentales en el zoco de Fes. Son gente auténtica.

Rosas

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